La adolescencia es, en otras palabras, la transformación del infante antes de llegar a la adultez.
Se trata de un cambio de cuerpo y mente, pero que no sólo acontece en
el propio adolescente, sino que también se conjuga con su entorno.
Cabe destacar que la adolescencia no es lo mismo que la pubertad, que se inicia a una edad específica a raíz de las modificaciones hormonales. La adolescencia varía su duración en cada persona. También existen diferencias en la edad en que cada cultura considera que un individuo ya es adulto.
Las distintas fases de la adolescencia
Existen diferentes
criterios para establecer en qué momento termina una etapa de la
adolescencia y en qué momento empieza otra. De hecho, no hay ningún criterio enteramente objetivo y definitivo para establecer esas fronteras temporales, ni lo puede haber; todo depende de en qué parámetros nos fijemos.
Sin
embargo, eso no significa que no exista un cierto consenso acerca de
cuáles son estas fases. A continuación puedes verlas explicadas y
descritas.
1. Pre-adolescencia
La pre-adolescencia va de los 8 a los 11 años,
y consiste en la etapa en la que se produce la transición entre la
infancia y la adolescencia. Por eso, existe cierta ambigüedad acerca de
si esta fase pertenece a la infancia a la adolescencia. Lo que sí es
seguro es que en la mayoría de los casos, la pre-adolescencia coincide
con el inicio de la pubertad.
Cambios físicos
Los cambios
físicos que se dan en esta etapa son notables y afectan a muchas partes
del cuerpo. Por ejemplo, es en este punto cuando los huesos empiezan a crecer de forma rápida y de manera desigual,
lo cual puede hacer que cueste un poco más coordinar los movimientos
(aparece una sensación de torpeza) y que aparezcan ligeras molestias en algunas articulaciones.
Cambios psicológicos
En esta etapa de la adolescencia se producen grandes progresos en la capacidad para pensar en términos abstractos.
Es por eso que se es más capaz de reflexionar sobre situaciones
hipotéticas o sobre operaciones lógicas y matemáticas. Sin embargo,
normalmente al abandonar esta fase no se tiene un total dominio en estos
ámbitos.
Del mismo modo, se tiende a tratar de encajar en los roles de género, para no salirse de los estereotipos relacionados con la apariencia y los comportamientos diferenciados del hombre y de la mujer.
2. Adolescencia temprana
La adolescencia temprana ocurre entre los 11 y los 15 años,
y en ella se dan los principales cambios súbitos de tipo hormonal,
hasta el punto en el que al abandonar esta fase el cuerpo es muy
distinto al que se tenía durante la pre-adolescencia.
Cambios físicos
La adolescencia temprana es la fase en la que se producen los mayores cambios en la voz. Del mismo modo, se desarrolla la musculatura y los órganos sexuales hasta tener una apariencia mucho más adulta. El hecho de disponer de unos músculos más grandes hay que se necesite comer más y dormir durante mayor tiempo.
Del mismo modo, en muchos casos empieza a manifestarse el acné por la cara, debido a un aumento de segregación de sustancia grasa en la piel.
Cambios psicológicos
En
la adolescencia temprana se llega a conquistar la total capacidad para
pensar en términos abstractos, aunque esto solo se produce si se ha
practicado esta habilidad y se ha gozado de una buena educación.
Del mismo modo, el gregarismo ocupa pasa a tener un papel muy importante
tanto a la hora de relacionarse con los demás y de buscar referentes
fuera de la familia, como a la hora de construir la propia autoestima y autoconcepto. En esta época se experimenta con diferentes elementos que pueden conformar una identidad, como la estética relacionada a tribus urbanas.
Del
mismo modo, tiende a valorarse mucho la opinión que los demás tienen de
uno mismo. Se considera que la imagen y la estética es un componente
primordial de la propia identidad y bienestar.
3. Adolescencia tardía
Esta es la tercera y última de las etapas de la adolescencia, y ocurre aproximadamente entre los 15 y los 19 años, según la Organización Mundial de la Salud.
Cambios físicos
Las personas que se encuentran en esta fase suelen mostrar más homogeneidad en sus características
que las que se encuentran en la adolescencia temprana, porque la gran
mayoría ya ha pasado por los cambios más bruscos. Esto ha llevado a
algunos investigadores a concluir que esta fase no se diferencia
sustancialmente de la adultez, y que tan solo es un constructo social
existente en ciertas culturas y no en otras. Sin embargo, hay que tener
en cuenta que el impacto psicológico de los constructos sociales es
totalmente real y, por consiguiente, puede influir en el proceso de
maduración, como veremos.
Durante la adolescencia tardía se acostumbra a alcanzar la altura máxima marcada por el propio crecimiento, y la complexión del cuerpo pasa a ser totalmente adulta.
Por otro lado, las aparentes desproporciones que podían darse en la
primera fase de la adolescencia desaparecen dando un aspecto mucho más
cohesionado a las dimensiones de brazos, piernas, etc. Por otro lado, el
cuerpo también gana masa muscular y la propensión a acumular grasas se
mantiene más o menos estable o incluso se reduce un poco, si bien la
adopción de mejores hábitos alimenticios también cumple un papel en
esto.
Cambios psicológicos
En esta etapa termina de desarrollarse la conciencia social
y se empieza a dedicar mucho tiempo a pensar en situaciones y procesos
que no están limitados a lo que se puede ver, oír y tocar en el entorno
inmediato. Es una renuncia al egocentrismo típico de las etapas
anteriores, si bien no desaparece del todo.
Los planes a largo plazo pasan a ocupar un papel mucho más importante que antes,
y la imagen que se da, aunque sigue siendo relevante, empieza a dejar
de ser uno de los principales pilares de la propia identidad. Se
abandona buena parte del egocentrismo que definía la infancia y el resto
de etapas de la adolescencia, lo cual hace más probable que estos
jóvenes se interesen por la política y los procesos sociales en general,
pues sus objetivos pasan a estar más relacionados con aquello que está
más allá de sus círculos sociales.
A pesar de que la importancia
de la estética suele decaer, en algunos casos la estética sigue siendo
tan importante que en ciertos casos se puede llegar a desarrollar un Trastorno de la Conducta Alientaria.
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